La lluvia ácida es una de las principales formas de contaminación atmosférica, junto con el efecto invernadero y la disminución de la capa de ozono.
Este término suena casi a ciencia ficción pero no es así. La lluvia ácida realmente existe y es un término que se ha usado para describir el proceso por el cual ciertos ácidos se forman en la atmósfera a partir de contaminantes y luego se precipitan a la tierra.
El dióxido de azufre (SO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx), resultado de la quema de combustibles fósiles, causan la lluvia ácida. Estas sustancias, en presencia de agua, oxígeno y otros compuestos químicos forman ácidos (como el ácido sulfúrico y el nítrico) que se precipitan a tierra ya sea acompañados por agua (en el caso de lluvia, nieve o niebla ácidas) o en forma seca (es decir, como gases o partículas).
La lluvia ácida tiene distintos efectos en el medio ambiente. Produce daños directos e indirectos a los ecosistemas, e incluso, a la salud humana. Cuando no llueve también es posible que caigan partículas sólidas con moléculas de ácidos adheridas (deposición seca), lo cual puede obstruir y acidificar los diminutos poros de las hojas por los que las plantas toman el aire que necesitan para efectuar la fotosíntesis.
Además, la lluvia ácida degrada los suelos, lo cual afecta las raíces y la nutrición de las plantas. Los bosques son de los ecosistemas en los que más se han documentado los efectos de este fenómeno.
Entre los efectos más notables están el daño y pérdida de hojas y ramas, un crecimiento lento de los árboles y una mayor vulnerabilidad a ataques de plagas y enfermedades. En Europa, este problema ha sido particularmente importante: tan sólo en los últimos años, miles de hectáreas en distintos países han perdido sus bosques como consecuencia de la lluvia ácida.
Los ríos, lagos y lagunas también pueden hacerse más ácidos por efecto de la lluvia ácida, lo cual pone en serio riesgo a las especies de plantas y animales que los habitan. En algunos lagos del norte de Europa se ha reportado incluso que han quedado sin ninguna forma de vida luego de la contaminación por lluvia ácida.
Existe también otra forma de contaminación ácida conocida como deposición seca, y hace referencia a gases y partículas ácidos que son arrastrados por el viento, chocando contra edificios, coches, casas y árboles. Otra vía de arrastre son las lluvias fuertes. En este caso las sustancias ácidas se incorporan a la lluvia ácida, lo que contribuye a aumentar su acidez. Aproximadamente la mitad de las sustancias ácidas en la atmósfera caen al suelo por procesos de deposición seca.
El daño que produce a las personas es principalmente indirecto, mediante el consumo de peces y agua potable contaminados por la lluvia ácida.
El Laboratorio de Restauración del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM indica que en los últimos 25 años el deterioro de los monumentos y edificios históricos de la Ciudad de México se ha acelerado de manera impresionante por el incremento de los niveles de contaminación.
Cuando hay lluvia ácida se recomienda estar en espacios cerrados, razón por la cual es de vital importancia que el aire que respiramos en interiores esté limpio, para lo cual conocer del purificador de aire Rowenta es una buena alternativa.
Fuente: National Geographic, Semarnat.